Eso que tanto cuidabas de las miradas y palabras ajenas, lentamente entre los dedos de tus manos, como arena que vuela a favor del viento, frente a tu mirada perdida pidiendo auxilio para que alguien logre escucharte ...
¿Y qué dices? Que no eras el rey adecuado para este reino.
Insiste, puede que tengas suerte esta vez.
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